Tratamientos

Algunos tratamientos posibles son la asistencia hospitalaria, los medicamentos, las intervenciones transcatéter, la cirugía y la rehabilitación.

El ACV es una patología de urgencia que se debe manejar por un equipo médico especializado y requiere hospitalización con tratamientos avanzados. Una vez que es detectado, lo primero es fijarse en la hora de inicio y llamar a un servicio de rescate o dirigirse lo antes posible a un servicio de urgencia.

En la ambulancia, antes de llegar al hospital, se debe iniciar el tratamiento con un chequeo de los signos vitales, monitorización, prevención de complicaciones, evaluación de la glicemia y aporte de oxígeno en caso de ser necesario. Una vez en un servicio de urgencia corresponde la segunda etapa del tratamiento.

En el servicio de urgencia, es necesario manejar la presión arterial, que no puede estar muy alta (por riesgo de sangrado intracraneal), ni muy baja (por riesgo de empeorar el infarto cerebral), y sólo debe ser manejada por los médicos de la urgencia. El siguiente paso es realizar neuroimágenes, ya sea una resonancia magnética o una tomografía computada (más conocida como scanner).

Si el paciente llega en menos de 4,5 horas se puede continuar con el tratamiento específico del ACV, que es el uso de un trombolítico, es decir, un medicamento endovenoso diseñado para disolver los trombos (trombolisis endovenosa). Éste solo es efectivo si el paciente llega a tiempo.

Para pacientes que lleguen después de las 4,5 horas desde el inicio de los síntomas, o bien no se tiene claridad de la hora, es necesaria una evaluación médica. Se debe manejar la presión arterial, la glicemia y monitorear para evitar que el infarto crezca. Una forma de evitar que se vuelva a producir el infarto es con el uso de Aspirina. Nunca hay que administrar Aspirina sin estar seguros de que el paciente no tiene una hemorragia. Las unidades neurológicas están diseñadas para dar el mejor manejo y prevenir las complicaciones.

Para infartos de gran tamaño en algunas ocasiones selectas es necesario el manejo quirúrgico mediante descompresión del cerebro, para permitir que continúe la irrigación.